Bautismo de Infantes
Francis A. Schaeffer (1912-1984)
A modo de introducción, hay varias cosas que debemos enfatizar al empezar este estudio.
1. Nosotros no creemos en la Regeneración Bautismal. Permítanme recordarles que la regeneración bautismal era la cuestión de los sacramentos en que Calvino y Lutero difirieron durante el Período de la Reforma. Para Calvino, y aquellos que lo han seguido, lo importante es que el individuo venga directamente a Cristo para la salvación. Con respecto al bautismo, los que somos Protestantes Reformados, estamos primariamente interesados no en el agua del bautismo sino en el bautismo del Espíritu Santo, el cual se lleva a cabo cuando el individuo acepta a Cristo como su Salvador personal.
Nuestra Confesión de Fe (Westminster), Capítulo 28, Sección 5, clarifica que nuestros estándares subordinados no enseñan la Regeneración Bautismal: “Aun cuando el menosprecio o descuido de este sacramento sea un pecado grave, sin embargo, la gracia y la salvación no están tan inseparablemente unidas a ella, de manera que no pueda alguna persona ser regenerada o salvada sin el bautismo, o que todos los que son bautizados sean indudablemente regenerados”. Entonces digamos nuevamente, de una vez por todas, nosotros no creemos en la Regeneración Bautismal.
2. Además, como introducción, permítanme recordarles que nadie tiene que aceptar nuestra concepción del bautismo para unirse a nuestras iglesias. La puerta para la membresía en estas iglesias locales visibles descansa sobre la profesión creíble de fe del individuo en el Señor Jesucristo como su Salvador personal.
3. Históricamente, los Protestantes Reformados no le han dado demasiada importancia al bautismo. Sin embargo, si nunca lo enseñamos o predicamos, la gente olvida los hechos bíblicos sobre los cuales nuestra visión del bautismo descansa. No debemos concederle una importancia mayor que a otra enseñanza, no es el centro de nuestra teología, pero tampoco debemos fallar en enseñarlo en su propio lugar.
4. A veces la gente dice creer en nuestra posición doctrinal del bautismo, pero no lo practican debido al abuso de la Iglesia Católica Romana. Si éste es un razonamiento válido, entonces abandonemos todo uso de la Cena del Señor, porque el corazón del error clásico Católico Romano ha sido su enseñanza con respecto a la Misa.
Además, déjenme recordarles que los Cambelitas, (“la Iglesia Cristiana” que practican el bautismo por inmersión y el bautismo de adultos) comparten el mismo error con respecto a la Regeneración Bautismal con la Iglesia Católica Romana. Por tanto, sobre este razonamiento, aquellos que son Bautistas deberían abandonar la inmersión y el bautismo de adultos.
Todavía más, hay muchos modernistas destacados que son Bautistas. Así pues, el abuso del bautismo por varios partidos no prueba nada de ninguna manera.
5. Finalmente, como introducción, permítanme recordarles que tenemos buen compañerismo con nuestros hermanos Bautistas. Todos comprendemos que la posición doctrinal del bautismo que tengamos no debe ser el factor determinante de tal compañerismo. Inclusive, aquellos que son Bautistas son bienvenidos a la Mesa del Señor en nuestra iglesia, y alabo a Dios que seamos bienvenidos a la Mesa del Señor en muchas de las iglesias de nuestros hermanos Bautistas. Así es como debe ser. Sin embargo, eso no quiere decir que seamos tibios o indiferentes en nuestra concepción del bautismo.
Creemos que nuestra perspectiva del bautismo es bíblica, y que la posición del bautismo por inmersión solamente, o para adultos solamente, es un error.
INMERSIÓN
Primero, con respecto a la inmersión, permítanme decir que, personalmente, practicaría el bautismo por inmersión si el individuo desea este modo del bautismo.
Segundo, es bueno recordar que la Iglesia Católica Griega (Ortodoxos) y ciertos grupos de los Hermanos han bautizado por inmersión a bebés como también adultos, y por eso es que no hay un vínculo necesario entre el modo del bautismo usado y la pregunta del bautismo de infantes. Nunca he bautizado por inmersión a un infante, pero no rehusaría hacerlo. De hecho, de la evidencia de las Catacumbas antes del 200 D.C., parecería probable que la efusión, rociamiento, pudo haber sido el modo más común del bautismo en la iglesia primitiva. Es decir, ellos se paraban en el agua y después se les rociaba agua en la cabeza. Nuestra posición en cuanto al modo del bautismo es que la inmersión no es el único modo.
Las palabras baptizo y bapto en el Griego clásico se usan con gran latitud. Ni tampoco se puede decir de estas palabras que siempre signifiquen sumergir. En la Septuaginta, la traducción Griega del Antiguo Testamento, la palabra “bautizar” se usa de tal manera que posiblemente no siempre podría significar inmersión. Por ejemplo, en Daniel 4:23 en la Septuaginta, se dice que Nabucodonosor fue bautizado con rocío. Ciertamente uno no diría que fue sumergido en el rocío.
En el uso del Nuevo Testamento de la palabra, igualmente es cierto que la palabra ‘bautizar’ no siempre puede significar inmersión. Por ejemplo, en Hebreos 9:10, leemos: “ya que consiste sólo de comidas y bebidas, de diversas abluciones, y ordenanzas acerca de la carne, impuestas hasta el tiempo de reformar las cosas”. La Reina-Valera 1960 usa “abluciones” en vez de “bautismos”, pero el griego dice “bautismos”. Este pasaje se refiere a las purificaciones ceremoniales del Antiguo Testamento, tales como la vaca alazana, y el Día de la Expiación. Estas purificaciones del Antiguo Testamento nunca fueron por inmersión, sino que siempre por rociamiento. Noten cómo Hebreos 9 mismo, versículos 19 y 21, enfatiza el hecho de que las purificaciones ceremoniales del Antiguo Testamento eran por rociamiento.
1 Corintios 10:1, 2 es otro pasaje: “Porque no quiero, hermanos, que ignoréis que nuestros padres todos estuvieron bajo la nube, y todos pasaron el mar; y todos en Moisés fueron bautizados en la nube y en el mar”. En este caso, los judíos ciertamente no fueron sumergidos.
Marcos 7:4: “Y volviendo de la plaza, si no se lavan, no comen. Y otras muchas cosas hay que tomaron para guardar, como los lavamientos de los vasos de beber, y de los jarros, y de los utensilios de metal, y de los lechos”. Nuevamente, en la Reina-Valera 1960, la palabra “lavamientos” es usada, pero el griego nuevamente es “bautismos”. Si bautizar significa sumergir, quiere decir que los judíos, cada vez que ellos volvían del mercado, tenían que llenar una tina con agua y meterse en ella, cabeza y todo el cuerpo. Esto es imposible, porque la mayoría de ellos no tenían tal alojamiento en sus casas. Además, este pasaje también diría que ellos constantemente sumergían sus lechos.
Obviamente esto, otra vez, es imposible. Decir que ellos constantemente sumergían en agua sus lechos, incluso si ellos usaban camas plegables, es una sin razón. Al menos tres de los bautismos mencionados en el Nuevo Testamento son difíciles de imaginar como si fueran inmersiones. El eunuco fue bautizado en un camino del desierto. El carcelero fue bautizado a la media noche. Tres mil fueron bautizados en el Día de Pentecostés. Es fácil ver cómo estos bautismos se llevaron a cabo si el rociamiento o aspersión fueron usados; es difícil si la inmersión era aceptada como el único modo.
Argumentos Bautistas
El argumento bautista de que “Jesús se sumergió en el agua y salió del agua” no significa nada. Un año nos fuimos de vacaciones a la orilla del mar. Una de mis hijitas descendía al agua y salía de ella todos los días, pero ella no metía la cabeza en el agua para nuestra total persuasión. El simple hecho es que el significado de este pasaje es completamente correcto si Jesús descendía al agua hasta que sus pies estuvieran en el Jordán.
En cuanto a Romanos 6:3-4a: “¿O no sabéis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en su muerte? Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo”. Este pasaje no puede usarse para probar la inmersión. En primer lugar, si se toma como significando bautismo de agua, muchos de nosotros creemos que prueba demasiado, y que entonces lógicamente tendríamos que creer en la Regeneración Bautismal. Sin duda, no es el bautismo de agua que nos bautiza en la muerte de Cristo, sino el bautismo del Espíritu Santo. En segundo lugar, sin embargo, inclusive si este pasaje se entiende que significa bautismo de agua, este pasaje significa más de lo que la totalmente inadecuada representación de la sepultura de ir bajo el agua puede dar. Lo que estos versículos enseñan es la grandiosa y maravillosa realidad de que, cuando recibimos a Cristo como nuestro Salvador, en verdad hemos muerto con Él.
Estas cosas son suficientes para mostrar que la Palabra de Dios no enseña que el bautismo tiene que ser por inmersión únicamente. Finalmente, con respecto a este asunto de la inmersión solamente, les recordamos que si la inmersión es el único modo, entonces la catolicidad de los sacramentos es destruida. La Cena del Señor obviamente puede ser dada en cualquier parte. El rociamiento puede ser realizado en cualquier parte, pero si el bautismo es por inmersión solamente, hay muchas partes del mundo en que a los cristianos se les tiene que negar este sacramento. Aquellos en el desierto, aquellos en la tierra del frío sin fin, y aquellos sobre las camas de la enfermedad no pueden ser bautizados por inmersión, inclusive si ellos quieren. El hecho es que la posición de que el bautismo es por inmersión únicamente es insostenible.
BAUTISMO DE INFANTES
Nosotros creemos que aquellos que son Bautistas no tienen más fundamentos bíblicos para enseñar el bautismo de adultos solamente que los argumentos que tienen para enseñar el bautismo por inmersión solamente.
Al iniciar nuestra reflexión sobre esta materia, pongámonos en la posición de un judío que ha sido salvo en la era de la iglesia primitiva. Él es un judío, y ahora él ha puesto su fe en el Señor Jesucristo. Su mente no ha cambiado de la noche a la mañana, y ciertas grandiosas verdades que su pueblo ha conocido y creído por dos mil años están muy presentes en su pensamiento.
Salvación por Fe Solamente
Primero que todo, un judío salvo en la era de la iglesia primitiva comprendería que así como él había sido justificado por fe solamente, así también Abraham había sido justificado por fe solamente dos mil años antes. Romanos 4:1-3 clarifica esto abundantemente: “¿Qué, pues, diremos que halló Abraham, nuestro padre según la carne? Porque si Abraham fue justificado por las obras, tiene de qué gloriarse, pero no para con Dios. Porque ¿qué dice la Escritura? Creyó Abraham a Dios, y le fue contado por justicia”. Gálatas 3:6 es definitivo: “Así Abraham creyó a Dios, y le fue contado por justicia”.
El hecho es que la Biblia cuidadosamente enfatiza que Abraham fue justificado por la fe y nada más, tal y como nosotros somos justificados. Es un serio error creer que alguien en alguna dispensación, ha sido o puede ser salvo de alguna otra manera que por la fe solamente. La obediencia religiosa o moral no tiene lugar en cuanto tiene que ver con la salvación personal en cualquier dispensación. Noten que son los escritos de Pablo que acentúan este hecho tan claramente.
El Pacto es Inmutable o la Unidad del Pacto
En segundo lugar, el judío salvo en los días de la iglesia primitiva entendería que el Pacto hecho con Abraham es inmutable, es decir, incambiable. Hebreos 6:13-18: “Porque cuando Dios hizo la promesa a Abraham, no pudiendo jurar por otro mayor, juró por sí mismo, diciendo: De cierto te bendeciré con abundancia y te multiplicaré grandemente. Y habiendo esperado con paciencia, alcanzó la promesa. Porque los hombres ciertamente juran por uno mayor que ellos, y para ellos el fin de toda controversia es el juramento para confirmación. Por lo cual, queriendo Dios mostrar más abundantemente a los herederos de la promesa la inmutabilidad de su consejo, interpuso juramento; para que por dos cosas inmutables, en las cuales es imposible que Dios mienta, tengamos un fortísimo consuelo los que hemos acudido para asirnos de la esperanza puesta delante de nosotros”. Este pasaje es muy definitivo en que, primero, el Pacto hecho con Abraham es incambiable, y de que, segundo, nos incluye a nosotros que somos salvos en esta dispensación.
El Pacto es Primariamente Espiritual
Este judío recordaría también que el Pacto hecho con Abraham era primariamente espiritual. Para aquellos de nosotros que somos gentiles salvos en esta era, las promesas nacionales hechas a los judíos no se aplican, pero las promesas espirituales sí se nos aplican. Romanos 4:16 es claro con respecto a esto. El versículo 13 nos dice definitivamente que Dios está aquí hablando de la promesa a Abraham, y sin embargo el versículo 16 es igualmente claro de que nosotros, los gentiles salvos en esta era presente, somos el cumplimiento de esa promesa. “Por tanto, es por fe, para que sea por gracia, a fin de que la promesa sea firme para toda su descendencia; no solamente para la que es de la ley, sino también para la que es de la fe de Abraham, el cual es padre de todos nosotros”. Por tanto, la promesa no puede ser ante todo nacional, sino espiritual. Gálatas 3:7, 8, 13, 14 y 25 nos dice exactamente la misma cosa. Nosotros, los cristianos gentiles, somos el cumplimiento de la promesa hecha a Abraham; por tanto, (aunque hay una porción natural y nacional del pacto Abrahámico) la promesa no es ante todo nacional sino espiritual. Estos pasajes también muestran que hay una unidad espiritual en todas las dispensaciones.
Gálatas 3:17 clarifica abundantemente que la promesa espiritual hecha a Abraham no fue derogada por la entrega de la Ley Mosaica cuatrocientos treinta años después. La unidad espiritual no fue quebrantada por la entrega de la Ley en el Sinaí. Este nuestro judío, por tanto, tendría en su mente que Abraham fue salvo de la misma manera como somos salvos nosotros; y que la promesa hecha a Abraham es Inmutable y primariamente espiritual; y además, tendría en su mente que quienes son salvos en esta dispensación están incluidos en esa promesa. Él tendría en su mente la Unidad del Pacto.
La Señal Exterior
Este judío cristiano también recordaría que la promesa espiritual en los días del Antiguo Testamento fue sellada con una señal física. Romanos 4:10-11a: “¿Cómo, pues, le fue contada? ¿Estando en la circuncisión, o en la incircuncisión? No en la circuncisión, sino en la incircuncisión. Y recibió la circuncisión como señal, como sello de la justicia de la fe que tuvo estando aún incircunciso”. Este pasaje dice que Abraham fue justificado por la fe, y de que después que él fue justificado, la circuncisión le fue dada como un sello de la justicia por medio de la fe antes de que fuera circuncidado.
El Antiguo Testamento y el Nuevo Testamento nos recuerdan también del mismo modo que la circuncisión de la carne era una señal exterior de la verdadera circuncisión del corazón. En otras palabras, que la verdadera circuncisión era algo espiritual. Deuteronomio 10:16 lee: “Circuncidad, pues, el prepucio de vuestro corazón, y no endurezcáis más vuestra cerviz”.
Romanos 2:28, 29 dice lo mismo: “Pues no es judío el que lo es exteriormente, ni es la circuncisión la que se hace exteriormente en la carne; sino que es judío el que lo es en lo interior, y la circuncisión es la del corazón, en el espíritu, no en letra; la alabanza del cual no viene de los hombres, sino de Dios”. Por tanto, la circuncisión era ante todo espiritual.
Además de esto, nunca tenemos que olvidar que la circuncisión no solamente es una señal a través de los años de la fe de Abraham, sino que es una señal de la fe del padre individual. El caso del prosélito y su hijo prueba esto. Éxodo 12:48: “Mas si algún extranjero morare contigo, y quisiere celebrar la pascua para Jehová, séale circuncidado todo varón, y entonces la celebrará, y será como uno de vuestra nación; pero ningún incircunciso comerá de ella.” En otras palabras, cuando un gentil llegaba a ser un verdadero creyente en el Dios viviente y quería tener parte en las observancias religiosas de la Pascua, primero que todo él tenía que ser circuncidado, pero todos sus hijos tenían que ser circuncidados también. De este modo, la circuncisión era la señal de la fe personal y no solamente la fe de Abraham. Por tanto, este judío, salvo en la era de la iglesia primitiva, recordaría no solamente que la promesa hecha a Abraham era primariamente espiritual, sino que el sello exterior, que fue dado para mostrar la fe individual, debía ser también primariamente de significado espiritual.
Esto, por supuesto, es exactamente lo que el Bautismo en el Nuevo Testamento es; y, por tanto, la circuncisión en el Antiguo Testamento era en esa dispensación lo que el bautismo es en ésta. Colosenses 2:11-12 es la prueba final de esto: “En él también fueron circuncidados,…, en la circuncisión de Cristo; sepultados con él en el bautismo”. Siendo esto así, la Biblia declara que la circuncisión del Antiguo Testamento era lo que el bautismo es en el Nuevo Testamento.
La Señal Aplicada a los Infantes
Ahora, sin embargo, comprendiendo que el bautismo en el Nuevo era lo que la circuncisión era en el Antiguo, el judío de quien estamos hablando, y quien fue salvo en los primeros días de la era cristiana, sabría también que, en el Antiguo Testamento, la circuncisión como una señal de la fe personal era aplicada no solamente al creyente mismo, sino que también a todos los bebés varones en la casa.
Al aplicarse esta señal a los bebés varones en el Antiguo Testamento, la circuncisión era todavía primariamente espiritual y no solamente nacional. La señal fue aplicada no solamente a Isaac quien era el solo representante de la bendición racial, sino también a Ismael. Deuteronomio 30:6 hace claro que la circuncisión del niño era ante todo espiritual tal y como lo era la circuncisión del adulto: “Y circuncidará Jehová tu Dios tu corazón, y el corazón de tu descendencia, para que ames a Jehová tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma, a fin de que vivas”.
El judío que vivía en los primeros días del Nuevo Testamento sabría algo más. Él sabría que en el Antiguo Testamento habían dos grandes ordenanzas: la Pascua y la Circuncisión. 1 Corintios 5:7-8, como también el hecho de que Cristo instituyó la Cena del Señor en el tiempo de la comida de Pascua, hace claro que la Cena del Señor sustituyó a la Pascua. Colosenses 2:11-12 y los otros hechos que hemos considerado dan evidencia de que el bautismo tomó el lugar de la circuncisión.
Siendo así todas estas cosas, sería imposible para el judío salvo no esperar que, como en el Antiguo Testamento la señal del Pacto era aplicada al niño del creyente, así también la señal de su fe, el bautismo, de la misma manera debía ser aplicada a su niño. ¿Por qué esperaría menos en esta dispensación de la plenitud de lo que él hubiera poseído en la era del Antiguo Testamento?
La Práctica del Nuevo Testamento
Estas preguntas serían todavía más agravadas por lo que este judío mismo habría oído que se enseñaba en el Nuevo Testamento. Por ejemplo, él habría oído a Pedro en su sermón en el Día de Pentecostés, Hechos 2:38, 39: “Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo. Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos, para cuantos el Señor nuestro Dios llamare”. Recuerden, Pedro le dijo esto a los judíos, judíos quienes estaban acostumbrados a tener la señal exterior de su fe aplicada a sus hijos. Con todas estas cosas en mente, el judío esperaría que su hijo fuera bautizado. Si se le hubiere rehusado, ¿qué hubieras hecho en su lugar? Les hubieras preguntado a los Apóstoles por qué. Lo mismo hubieran hecho miles de judíos en ese día. La pregunta se hubiera hecho en sus cientos de reuniones; y Pedro, Juan, Pablo y los otros se hubieran sentado a escribir en sus epístolas para clarificar el asunto, tal y como ellos respondían a otras preguntas que surgían. El Nuevo Testamento hubiera contenido la respuesta clara en cuanto a por qué en el Antiguo Testamento la señal del Pacto era aplicada a los infantes de los creyentes, pero en el Nuevo Testamento debía ser retenida de ellos. La única posible razón por la que el Nuevo Testamento no trata con este problema es que el problema no existía. La única posible razón de que no hubiera problema en la mente de los judíos era que los judíos creyentes sí aplicaron la señal del pacto a sus hijos. Ellos bautizaban a sus bebés así como los habían circuncidados en la dispensación del Antiguo Testamento. A la luz de la enseñanza de toda la Biblia, para que no bauticemos a los niños tendría que existir un mandamiento evidente en la Escritura para no hacerlo así. En vez de ello, el énfasis es todo lo contrario. De los siete casos del bautismo en agua mencionados en el Nuevo Testamento, tres eran familias. Alguien diría, “Pero no dice que habían infantes involucrados”. Quiero señalarles que a la luz de la expectación natural del judío salvo, si los bebés no debían ser bautizados, la Escritura hubiera clarificado que ése era el caso. Dios trata con familias en el Antiguo Testamento y en el Nuevo Testamento también. La promesa hecha al carcelero de Filipos, Hechos 16:31b, “…y serás salvo, tú y tu casa” adecuadamente demuestra esto. No importa que interpretación tengamos, de manera personal, en relación a este pasaje, ciertamente Dios aquí nos muestra que Él trata con familias no solamente en el Antiguo Testamento sino en el Nuevo Testamento también. No olvidemos esto, el uso que Dios hace de las señales se halla en todas las áreas. Él le dio a Noé el arco iris, le dio la circuncisión y la Pascua al judío del Antiguo Testamento. Le ha dado a la iglesia visible en esta era los sacramentos del Bautismo y la Cena del Señor. El cambio dispensacional de la Circuncisión al Bautismo no es más que el cambio del séptimo día al primero como el día de adoración.
Historia de la Iglesia
La historia de la iglesia continúa con la misma lección con respecto al bautismo de infantes. Orígenes nació alrededor del 180 D.C. y fue bautizado al ser un infante. Recuerda, esto fue ochenta años, o menos, después de la muerte del Apóstol Juan. Inclusive hay referencias más tempranas que parecen hablar del bautismo de infantes, pero no hay ninguna duda en el caso de Orígenes. Los primeros que argumentaron en contra del bautismo de infantes, por ejemplo Tertuliano, no lo hicieron como si fuera una nueva práctica que se hubiera producido, sino que lo hicieron porque habían llegado a una posición no bíblica de que uno debe esperar justo hasta antes de la muerte para ser bautizado. Sus argumentos, por consiguiente, son prueba incidental de que la iglesia bautizaba a los infantes desde el principio, porque, si hubiera sido una innovación, estos hombres que se oponían al mismo, debido a sus perspectivas no bíblicas, se hubieran deleitado en señalar que el bautismo de infantes no era una práctica Apostólica. San Agustín, escribiendo con respecto al bautismo de infantes, dijo, “Esta doctrina es sostenida por toda la iglesia, no como instituida por los concilios, sino siempre retenida”.
Aquellos que enseñarían que la práctica de la iglesia primitiva no era el bautismo de infantes deberían de ser capaces en demostrar cuando inició en la historia de la iglesia. No existe tal espacio registrado. A la luz de esto, la exigencia de que el bautismo de infantes es un producto de la Iglesia Católica Romana está completamente equivocada. Por consiguiente, por casi cuatro mil años hasta ahora, desde el día de Abraham, aquellos que han sido salvos por la fe han sido marcados por el mandato de Dios por medio de una señal externa, y esta señal externa ha sido aplicada, sin interrupción, no solamente a ellos sino también a sus hijos.
Creemos en el Bautismo de Infantes debido a la unidad de las promesas espirituales en todas las dispensaciones. Las promesas nacionales son solamente para los judíos, pero existe una unidad de las promesas espirituales a través de toda la Palabra de Dios. La base de esta unidad es el gran hecho central de la Escritura de que todos los hombres de todas las eras son salvos sobre la base de la obra consumada de Cristo por medio de la fe en Él, más ninguna otra cosa, o entonces ellos no son salvos en lo absoluto. Esta unidad espiritual no disturba el hecho de las diferencias entre las diferentes eras, ni disturba nuestros privilegios peculiares como aquellos que somos salvos y vivimos en esta era.
Argumentos Bautistas
Examinemos los argumentos Bautistas usuales en contra del bautismo de infantes.
a) “Cree y sé bautizado”. Noten que lo mismo se dijo en efecto a Abraham con respecto a la circuncisión, “Cree y después sé circuncidado”, pero es completamente claro que la señal de esta fe personal fue aplicada también a su hijo. Además, en el caso de los primeros días de la era cristiana, todo el que creía era por necesidad un adulto bautizado, porque, la enseñanza del Nuevo Testamento siendo nueva, nadie hubiera sido bautizado previamente como infante. Lo mismo es cierto de cualquier campo misionero de cualquier época. No hay infantes bautizados hasta que hay padres cristianos.
b) Con frecuencia aquellos que son Bautistas preguntan por qué bautizamos tanto a niños como niñas, cuando solamente los hombres eran circuncidados en el Antiguo Testamento. Gálatas 3:28 provee la respuesta: “Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús”.
c) A veces se pregunta, “Si el bautismo tomó el lugar de la circuncisión, ¿por qué el bautismo y la circuncisión siguieron existieron uno al lado del otro por un tiempo entre los cristianos judíos?” Muchos creyentes judíos en la iglesia cristiana primitiva guardaban varias prácticas del Antiguo Testamento al menos hasta el tiempo de la destrucción de Jerusalén. En la medida que éstas prácticas no eran consideradas como que añadían algo a la obra consumada de Cristo para la salvación personal, eran permitidas. Noten en este respecto la circuncisión de Timoteo por parte de Pablo, Hechos 16:3, y también la participación de Pablo en la adoración del Templo, Hechos 21:20, 26. La Biblia dice que Pablo hizo estas cosas por el bien de los judíos creyentes quienes aún guardaban estas prácticas. Por tanto, la respuesta en cuanto a por qué el bautismo y la circuncisión y el bautismo existían juntamente por un tiempo es que esto era parte de la clarificación gradual de los cambios dispensacionales.
d) Tal vez al argumento Bautista más usado es que no hay un mandamiento definitivo en la Escritura para bautizar a los bebés. Tampoco hay un mandamiento en la Escritura para cambiar el día de adoración del séptimo día al primero. En ciertas partes de los Estados Unidos, hay un pequeño grupo conocido como los Bautistas del Séptimo Día. Creo que ellos están equivocados en ambas cosas, pero al menos ellos tienen la virtud de la consistencia. Para ser consistentes, todos los Bautistas deben adorar en el séptimo día.
CONCLUSIÓN
En conclusión, al bautizar a nuestros bebés, entendamos que no es un asunto de magia. Como padres, lo que hacemos es entrar en pacto con Dios de ser fieles hacia el niño/a. Es el trabajo de los padres entrenar al niño/a. Es el privilegio de los padres en muchos casos guiar al niño/a a Cristo. Los padres cristianos no deben depender de los servicios evangelísticos de la iglesia cuando el niño/a llegue a ser un adolescente, o incluso un adulto, para conducirlo a Cristo. El pequeñito debe aprender acerca de Jesucristo de sus padres desde su niñez temprana, y en muchos casos cuando es todavía un niño/a debe ser conducido a una recepción personal del Señor Jesucristo como su Salvador por parte de su padre o su madre.
Aprovechemos este privilegio dado por Dios del bautismo de infantes. El corazón de los padres cristianos, movidos y guiados por la morada del Espíritu Santo, tiene un estímulo natural de traer a su niño/a a Dios. Esto es muy fuerte que hasta aquellos que son Bautistas han llegado al lugar de la Presentación de sus niños. No hay un mandamiento para la dedicación o presentación de los niños en el Nuevo Testamento, pero el padre salvo siente un impulso a esto que incluso la mayoría de las iglesias Bautistas por necesidad tienen servicios de dedicación o presentación para los niños. Ellos no están mal en esto – su único error es que ellos no llegan hasta las últimas consecuencias.
No fallemos en entender todo lo que Dios quiere que hagamos y tengamos como padres cristianos. Si eres cristiano, tu hijo/a es un hijo/a del pacto, y Dios quiere que él/ella tenga la señal de compromiso del Pacto. Como un padre nacido de nuevo, es tu privilegio aplicar el bautismo a tu hijo/a.
En el Antiguo Testamento, Dios disciplinó a aquellos que no circuncidaban a sus hijos. Moisés y Séfora descubrieron esto para su pesar. Dios no trata con su pueblo en esta era de esa manera. Nadie nos mata por recoger leña en el Día del Señor, pero no obstante guardamos el Día del Señor porque amamos a nuestro Señor. No se nos mata en esta era por no bautizar a nuestros hijos, pero no obstante debemos hacerlo porque Dios quiere que lo hagamos. El Bautismo de tus infantes es parte de tu privilegio como cristiano. Tómalo con acción de gracias juntamente con las otras buenas cosas que Dios te da.
Traducido por Valentín Alpuche
ReformedLiterature.com/es