Credos Universales

 

Esta iglesia se ciñe a los primeros Credos de la Iglesia Cristiana Universal. Quien no crea en las verdades que en ellas se exponen no los consideramos cristianos. Estos credos son:

 

  1. Credo Apostólico
  2. Credo de Nicea-Constantinopla
  3. Credo de Atanasio
  4. Credo de Calcedonia

   

 

También nos ceñimos a las posteriores confesiones y catecismos elaborados por las Iglesias Reformadas debidamente convocadas en Sínodos. Estas confesiones son:

 

(Pinche para acceder) 

 

Los Credos Universales son:

CREDO APOSTÓLICO

Creo en Dios Padre, Todopoderoso, creador del cielo y la tierra.

Creo en Jesucristo, Su Único Hijo, nuestro Señor. Que fue concebido por el Espíritu Santo y nació de la virgen María. Padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado. Descendió a los infiernos. Al tercer día resucitó de los muertos. Ascendió a los cielos y está sentado a la diestra de Dios Padre, Todopoderoso. Desde allí ha de venir a juzgar a los vivos y los muertos.

Creo en el Espíritu Santo, la santa iglesia Universal, la comunión de los santos, el perdón de pecados, la resurrección del cuerpo, y la vida eterna. Amen.

CREDO DE NICEA-CONSTANTINOPLA

Creemos en un solo Dios, Padre Todopoderoso, Creador del cielo y de la Tierra, y de todas las cosas visibles e invisibles. Y en un solo Señor Jesucristo, Hijo unigénito de Dios, engendrado del Padre antes de todos los siglos, Dios de Dios, Luz de Luz, verdadero Dios de verdadero Dios, engendrado, no creado, siendo de una substancia con el Padre, por quien todas las cosas fueron hechas; quien por nosotros los seres humanos y para nuestra salvación descendió del cielo, y fue encarnado por el Espíritu Santo de la Virgen María, y se hizo hombre, y fue crucificado por nosotros bajo Poncio Pilato. Padeció y fue sepultado y al tercer día resucitó conforme a las Escrituras, ascendió al cielo y está sentado a la diestra del Padre. Y vendrá otra vez en gloria para juzgar a los vivos y a los muertos y su reino no tendrá fin. Creemos en el Espíritu Santo, el Señor y Dador de la vida, quien procede del Padre y del Hijo, quien con el Padre y el Hijo debe ser adorado y juntamente glorificado, quien habló por medio de los profetas. Creemos en una sola Iglesia, santa, universal y apostólica. Reconocemos un solo bautismo para la remisión de los pecados y esperamos la resurrección de los muertos y la vida del mundo venidero. Amén.

CREDO DE SAN ATANASIO

Todo el que quiera salvarse, debe ante todo mantener la Fe Universal. El que no guardare esta Fe íntegra y pura, sin duda perecerá eternamente.

Y la Fe Universal es esta:

Que adoramos a un solo Dios en Trinidad, y Trinidad en Unidad, sin confundir las Personas, ni dividir la Sustancia.

Porque es una la Persona del Padre, otra la del Hijo y otra la del Espíritu Santo; mas la Divinidad del Padre, del Hijo y del Espíritu es toda una, igual la Gloria, coeterna la Majestad.

Así como es el Padre, así el Hijo, así el Espíritu Santo. Increado es el Padre, increado el Hijo, increado el Espíritu Santo.

Ilimitado es el Padre, ilimitado el Hijo, ilimitado el Espíritu Santo.

Eterno es el Padre, eterno el Hijo, eterno el Espíritu Santo. Y, sin embargo, no son tres eternos, sino un solo eterno; como tampoco son tres ilimitados, ni tres increados, sino un solo increado y un solo ilimitado.

Asimismo, el Padre es Dios, el Hijo es Dios, el Espíritu Santo es Dios. Y sin embargo, no son tres Dioses, sino un solo Dios.

Así también, Señor es el Padre, Señor es el Hijo, Señor es el Espíritu Santo. Y sin embargo, no son tres Señores, sino un solo Señor.

Porque así como la verdad cristiana nos obliga a reconocer que cada una de las Personas de por sí es Dios y Señor, así la religión Cristiana nos prohíbe decir que hay tres Dioses o tres Señores.

El Padre por nadie es hecho, ni creado, ni engendrado.

El Hijo es sólo del Padre, no hecho, ni creado, sino engendrado.

El Espíritu Santo es del Padre y del Hijo, no hecho, ni creado, ni engendrado, sino procedente.

Hay, pues, un Padre, no tres Padres; un Hijo, no tres Hijos; un Espíritu Santo, no tres Espíritus Santos.

Y en esta Trinidad nadie es primero ni postrero, ni nadie mayor ni menor; sino que todas las tres Personas son coeternas juntamente y coiguales.

 

De manera que en todo, como queda dicho, se ha de adorar la Unidad en Trinidad, y la Trinidad en Unidad. Por tanto, el que quiera salvarse debe pensar así de la Trinidad.

Además, es necesario para la salvación eterna que también crea correctamente en la Encarnación de nuestro Señor Jesucristo. Porque la Fe verdadera, que creemos y confesamos, es que nuestro Señor Jesucristo, Hijo de Dios, es Dios y Hombre; Dios, de la Sustancia del Padre, engendrado antes de todos los siglos; y Hombre, de la Sustancia de su Madre, nacido en el mundo; perfecto Dios y perfecto Hombre, subsistente de alma racional y de carne Humana; igual al Padre, según su Divinidad; inferior al Padre, según su Humanidad. Quien, aunque sea Dios y Hombre, sin embargo, no es dos, sino un solo Cristo.

Uno, no por conversión de la Divinidad en carne, sino por la asunción de la Humanidad en Dios; uno totalmente, no por confusión de Sustancia, sino por unidad de Persona. Pues como el alma racional y la carne es un solo hombre, así Dios y Hombre es un solo Cristo; El que padeció por nuestra salvación, descendió a los infiernos, resucitó al tercer día de entre los muertos. Subió a los cielos, está sentado a la diestra del Padre, Dios Todopoderoso, de donde ha de venir a juzgar a vivos y muertos. A cuya venida todos los hombres resucitarán con sus cuerpos y darán cuenta de sus propias obras. Y los que hubieren obrado bien irán a la vida eterna; y los que hubieren obrado mal, al fuego eterno. Esta es la Fe Universal, y quien no lo crea firmemente no puede salvarse. AMEN

CREDO DE CALCEDONIA

Nosotros, entonces, siguiendo a los santos Padres, todos de común consentimiento, enseñamos a los hombres a confesar a Uno y el mismo Hijo, nuestro Señor Jesucristo, el mismo perfecto en Deidad y también perfecto en humanidad; verdadero Dios y verdadero hombre, de cuerpo y alma racional; cosustancial (coesencial) con el Padre de acuerdo a la Deidad, y cosustancial con nosotros de acuerdo a la Humanidad; en todas las cosas como nosotros, sin pecado; engendrado del Padre antes de todas las edades, de acuerdo a la Deidad; y en estos postreros días, para nosotros, y por nuestra salvación, nacido de la virgen María, de acuerdo a la Humanidad; uno y el mismo, Cristo, Hijo, Señor, Unigénito, para ser reconocido en dos naturalezas, inconfundibles, incambiables, indivisibles, inseparables; por ningún medio de distinción de naturalezas desaparece por la unión, más bien es preservada la propiedad de cada naturaleza y concurrentes en una Persona y una Sustancia, no partida ni dividida en dos personas, sino uno y el mismo Hijo, y Unigénito, Dios, la Palabra, el Señor Jesucristo; como los profetas desde el principio lo han declarado con respecto a Él, y como el Señor Jesucristo mismo nos lo ha enseñado, y el Credo de los Santos Padres que nos ha sido dado. AMEN